jueves, 30 de abril de 2015

Musaraña de Osorio, endemismo de Gran Canaria

Mis perros normalmente están todo el día buscando ratoncillos, lagartos, ranas y todo lo que se precie (y se mueva). Estando yo a mis cosas, de repente, oigo a mis perros llorar y cuando miro están los dos escavando como locos y con los rabos que parecen dos helicópteros. Pensaba que era un ratón, pero cuando me acerco para salvarlo de sus garras me encuentro con esta maravilla:
Se trata de la musaraña de Osorio (crocidura osorio), un endemismo de Gran Canaria en peligro de extinción.
Como curiosidad, el minúsculo corazón de las musarañas les late a 1200 pulsaciones por minuto. ¡Casi nada! Así que tienen que estar continuamente comiendo insectos, pequeños invertebrados, carroña y todo lo que su sensible hocico les permita.
Como se puede apreciar, tiene unos ojos muy pequeños, por lo que tiene una vista limitada a su hábitat. Sin embrago poseen un sentido háptico excepcional, ayudado por los pelos y bigotes que sobresalen.
Cuando una hembra tiene crías, estas se agarran de la cola de la hermana de delante, formando una caravana que les sirve para no perderse y a la madre para tener a la prole controlada.
 Gracias a su morfología podría ser pisado por un animal muy superior a ella y resultaría ilesa.
 Emiten una especie de chillidos ultrasónicos que son audibles (que se lo digan a mis perros).
Sus principales enemigos son los gatos, las ratas y ratones, los búhos y lechuzas, las rapaces y, cómo no, el hombre.

A la simpática amiguita le encontré un nuevo hogar, no muy lejos de donde estaba, pero donde los perros ya no pueden molestarla.

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